viernes, noviembre 21, 2008

Las 12:00 en Malinalco



Braulio Peralta
El Universal
Columna "Posdata"
Lunes 10 de abril de 2000



Una anécdota


Cuando escribía estas líneas, el poeta y paisano Luis Enrique del Ángel llegó a discutir un libro que traía entre las manos: Las 12:00 en Malinalco, de Víctor Manuel Mendiola.
El mediodía es el centro de las horas; la paralización y la resurrección me dijo.
Y agregó: En la primera estrofa del poema, cuando las chicharras que soplan en los plátanos “van inflando con su ruido el agujero”, hay una premonición de lo que vendrá. Horadar el tiempo es lo que centra a Las 12:00 en Malinalco; lo que provoca un espacio para que el sentimiento y el recuerdo construyan un nicho en el día.
Ante las aseveraciones, callo. Luis Enrique del Ángel es autor de En cada esquina se adivina el mar (1997). Los poetas siempre son un pulso de intuición, pienso. Y aunque Víctor Manuel Mendiola es tan, pero tan cerebral, cuando se trata de poesía se entrega a las palabras más que al pensamiento. Pero, claro, eso no quiere decir que Mendiola no escriba con métrica.
No, el narrador de Las 12:00 en Malinalco se ubica en el tiempo presente, mientras los recuerdos están en pretérito. Con un preciso manejo de la métrica (endecasílabos), nos lleva al ritmo que despiertan las imágenes y en las cuales oscilan cuatro voces en tiempos diferentes.
Endecasílabos donde hay que tomar en cuenta las sinalefas. Pero, ¿cómo cuatro voces, Luis Enrique? Yo distingo sólo tres.
El narrador, los recuerdos, el niño, y su amiga (el tiempo presente dentro del pasado).
No estoy seguro de la aseveración, aunque recuerdo que el poema dice, predice: “No hace falta estar/ emocionado para adivinar/ que en los otros el tiempo nos persigue”. Coincidimos el poeta y yo en que asomarse al interior de sí mismo es el objetivo de Las 12:00 en Malinalco. Remata Luis Enrique del Ángel: Quien conoce y sabe manejar el tiempo y la memoria, también sabe que “un segundo del deseo es una eternidad”. Lo que reivindica lo que tanto tú como yo mencionamos al principio: las 12:00 parten el día en mañana y noche; representa el final de uno y el nacimiento de otro. Lo mismo lo emplea en el amor, que nace en el pasado y resurge en el presente. A estas alturas, opté por callarme. Finalmente, si decía más, era una traición a un poema de apenas 50 páginas, publicado por el Fondo de Cultura Económica.